Es hora de salir al balcón de lavida;
mirar el horizonte,
despertar al alba
y sentirse llenos de alegría.
Es hora de asomarse al infinito,
de anunciar y cantar,
de trabajar y plroclamar
que es posible un mundo nuevo y distinto.
Es hora de entrar en la noche
sin miedo y ser testigos;
descubrir su presencia entre nosotros
fortaleciendo nuestras esperanzas y anhelos.
Es hora de romper los esquemas de siempre;
de escuchar las palabras del silencio;
gustar su presencia callada,
y sentir el Señor mut adentro.
Es hora de creer en media de la oscuridad
y el desconcierto confesar la vida,
andar por los desiertos y abrir nuevas sendas
por donde pueda llegar el Reino.
Es hora también de callar,
de hablar poco y vivir mucho
y estar atentos para esperar
contra toda esperanza y
ofrecer palabras y
gestos de amor y consuelo.
Es hora de iniciar caminos nuevos,
arriesgarlo todo, aportar por Dios y su Reino,
discernir la paja del trijo,
y entregarse sin reservas, todo entero.
Es hora de la Pascua, de Resurrección,
de brindar por la vida Plena
que el Señor nos sigue trayendo,
para ensanchar nuestro corazón y
hacerlo más sensible y más fraterno.
Fernando López
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