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dissabte, 23 de juliol del 2016

SER GENTE HUMILDE

Hoy te pedimos, Señor, lo más precioso: que nos veamos en nuestras verdaderas dimensiones para que no nos creamos imporantes y hagamos sitio en nuestro corazón para nuestros hermanos y para ti.

Te pedimos, Señor, lo más decisivo: que no nos pongamos a nosotros mismos en el centro de nuestro corazón y que sintamos deseos de ti.

Te pedimos que no andemos llenos de nosotros mismos ni de nuestros sueños; te pedimos que tampoco nuestro grupo ni nuestros proyectos y expectativas se conviertan para nosotros en un absoluto que nos impida reconocer los rostros ajenos ni escuchar sus llamadas.

Te pedimos, Señor, que de tal manera echemos nuestra suerte con los pobres de la tierra que nos vayamos haciendo gente humilde.

Te alabamos, Señor, con Jesús, el hombre sencillo y de corazón humilde, porque escondiste tus secretos a los sabios y entendidos y los revelaste a la gente senzilla.

Si, Padre. ¡Benditos seas, por haberte parecido bien así!

Pero nosotros, Señor, en seguida queremos hacernos grandes y hasta copiamos los gestos de los grandes y de este mundo...

Nos creemos importantes y buscamos el poder, y hasta nos convencemos de que lo único que nos mueve es "nuestra vocación de servicio a los demás"...

Señor, no permitas que caigamos en ese error, en esa ceguera.

Danos la alegría de ser compañeros de todos, la alegría de vivir una vida compartida, de recibir agradecidos para poder dar de balde.

Danos oídos para ver la riqueza escondida en la gente y pobreza para dar sin duelo.

De este modo, libres de ambiciones, podremos abrazar verdaderamente al mundo y entregarnos sencillamente a la tarea de la liberación.

Pedro Trigo

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