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dissabte, 21 de maig del 2016

Más profundo que un astro

Hoy he hecho una sustitución en un colegio para disminuidos psíquicos, y realmente es una experiencia muy hermosa, pero muy dura. Los profesores se ganan el Cielo cada día. Casi todos los niños no saben hablar, pero se comunican contigo de muchas maneras. Y aunque
parezca cuestionable son personas completas, íntegras, porque saben querer, saben ser felices y son instrumentos de amor. En su mirada, aunque sean prácticamente vegetales, hay humanidad. Y son dignos de todo el respeto de un hombre. Tienen, sin embargo, muchos problemas, y te necesitan siempre a cada paso. Es donde tu vocación de servicio cobra totalidad, y muchas cruces, porque ciertamente es difícil y hay que ser muy paciente. 
Había una niña pequeña que sufría distrofia muscular - creo que se llama así - y en seguida me quedé prendado de ella. Es pequeñita, no puede caminar, ni hablar, ni moverse casi; absolutamente todo lo que necesita para vivir se lo tienes que procurar tú; morirá pronto porque su corazón, débil, apenas funciona. Infatigablemente, la luz que irradiaban sus ojos conquistaba cada rincón del universo que llevo dentro y con cada oleada de su alma me repetía que estábamos vivos. Ella tenía una misión, y la estaba cumpliendo mejor que nadie. Ella debía estar allí y yo con ella, con aquella sed tan abismal y con aquel amor que daba, misteriosamente. Como un suspiro de un anciano esa flor de ojos verdes se marchitará en su día, y reposará en una noche más limpia y más clara que ésta; apagará a las estrellas con su luminaria inabarcable. 
Por un instante me pareció estar viendo algo más profundo que un astro, porque esta realidad no podía contener esa mirada. Era tal la presencia sacramental de Jesús que mi pecho absurdo se cegaba entre incómodo y anhelante. El mundo se me apareció profundamente real y el sentido de las cosas fluía de un lado a otro, en forma de viento que cantaba paz. Me sentí realmente indigno ante una persona que vivía su vocación con tanta fuerza. Fuera yo quien descansara en el jardín de esas flores, alimentadas por el manantial eterno y la lluvia que a lo lejos se escuchan en esta planicie de lo cotidiano.

V.U.R.

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